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INTRODUCCİÓN A
“LA LLAVE DEL PARAÍSO”
Allâhu ta’âlâ ha enviado Profetas, ’alaihim-us-salâm, a Sus esclavos para que puedan alcanzar la felicidad, el bienestar y la paz en el mundo y en la Otra Vida, además de llevar una vida de hermandad mediante la unión de los corazones, y para enseñarles cómo cumplir con los deberes que conlleva ser esclavos Suyos. Gracias a esa gente elegida, lo más encumbrado del género humano en todos los aspectos, Él permitió que Sus esclavos conocieran cuál es la mejor forma de vida. Allah anunció que Muhammad, sallâllahu ‘alayhi wa sallam, el más elevado y el último de Sus Profetas, ‘alaihim-us-salawât-u-wa-t-taslîmât, es el Profeta para todos los pueblos que vivan en el mundo hasta que llegue su término. En Su gran Libro Celestial llamado Qur’an al-karîm, que reveló a Su Profeta más amado a través de un ángel en un proceso que duró veintitrés años, Allah especificó Sus mandatos y prohibiciones. Como el Qur’an al-karîm está en la lengua árabe y contiene enseñanzas extremadamente sutiles y conocimientos que no son de este mundo y transcienden la comprensión del intelecto humano, Muhammad, sallallâhu ‘alayhi wa sallam, lo explicó por entero, desde el principio hasta el fin, a sus Sahâba, ‘alaihim-urridwân.
Dijo: “Todo aquel que enseñe el Qur’an al-karîm de forma diferente a como yo lo he hecho, se convertirá en un incrédulo”. Los eruditos islámicos que oyeron de los Ashâb-i-kirâm las enseñanzas de nuestro Profeta, sallallâhu ’alaihi wa sallam’, las aclararon y elucidaron para que fueran entendidas por todo el mundo y las recogieron en los libros de Tafsîr. Estos eruditos se llaman ‘ulamâ de Ahl as-Sunnat (o ‘ulamâ Sunnî). Los libros que escribieron los ‘ulamâ de Ahl as-Sunnat donde se recogen las explicaciones del Qur’an al-karîm y los dichos y palabras de nuestro Profeta, sallallâhu ta’âlâ ’alaihi wa sallam, que reciben el nombre de hadîz-i-sharîf, se llaman libros de ’Ilm-i-hâl. La gente que quiera adquirir un conocimiento verdadero de la religión islámica, tal y como Allâhu ta’âlâ la enseña en el Qur’ân al-karîm, tiene que leer estos libros de ’ilm-i-hâl.
El título original de este libro que ahora presentamos es Miftâh-ul-Ŷanna, que significa “La Llave del Paraíso”. Fue escrito por Muhammad bin Qutb-ud-dîn Iznikî, rahimahullâhu ta’âlâ’, que murió en Edirne en el año 885 de la Hégira [1480 d.C.].
Bismillâhirrahmânirrahîm
En lo que respecta a los seres humanos, la vida tiene tres formas: vida en el mundo, vida en la tumba y vida en el Otro Mundo. En este mundo, el alma y el cuerpo están juntos. El alma es lo que da vitalidad y espiritualidad a los seres humanos. Los humanos mueren cuando el alma abandona el cuerpo. El alma no se descompone cuando el cuerpo sí lo hace en la tumba y se convierte en tierra, es incinerado o es aniquilado al ser comido por un animal depredador. Es entonces cuando comienza la vida en la tumba. En esa vida hay sentidos pero no movimiento. En el Día del Juicio, se creará un cuerpo y entonces, el alma y ese cuerpo vivirán juntos toda la eternidad en el Paraíso o en el Fuego.
Para que alguien sea feliz en este mundo y en el Otro es necesario que sea musulmán. Conseguir la felicidad en este mundo significa vivir sin dificultad. Conseguir la felicidad en la Otra Vida significa entrar en el Paraíso. Como Allahu ta’âlâ se compadece mucho de Sus esclavos, les ha indicado el camino de la felicidad por medio de Sus Mensajeros, puesto que ellos no podrían encontrar el camino de la bienaventuranza con sus intelectos. No hubo Profeta que dijera algo utilizando su propia invención. Todos ellos transmitieron lo que Allahu ta’âlâ les había declarado. El camino de la bienaventuranza transmitido por los Profetas recibe el nombre de Religión. La religión transmitida por Muhammad, sallallâhu ‘alaihi wa sallam, se llama Islam. Desde los tiempos de Âdam han venido miles de Profetas. Muhammad, sallallâhu ‘alaihi wa sallam, es el último Profeta. Las religiones transmitidas por los demás Profetas han sido distorsionadas con el paso del tiempo. En consecuencia, no hay más remedio que aprender el Islam para conseguir la bienaventuranza. El Islam consiste del conocimiento del îmân (fe), que se cree con el corazón y el conocimiento de los Ahkâm-i Islâmiyya (los mandatos y las prohibiciones del Islam) que deben hacerse con el cuerpo. El conocimiento del îmân y los Ahkâm-i Islâmiyya puede obtenerse en los libros de los eruditos de la Ahl-i sunnat. No se puede aprender en los libros erróneos de la gente ignorante y desviada. Antes del año 1.000 H. (calendario de la Hégira) había muchos eruditos Ahl-i sunnat en los países musulmanes. Ahora ya no queda ninguno. Los libros que escribieron estos eruditos en árabe y persa, y sus traducciones, están en muchas bibliotecas a lo largo y ancho del mundo. Todos los libros publicados por Hakîkat Kitâbevi (Librería Hakîkat) proceden de estas fuentes. ¡Lea los libros de Hakîkat Kitâbevi para conseguir la bienaventuranza!
Bismillâhirrahmânirrahîm
Procedemos a comenzar el libro con el Nombre de Allah!
La mejor protección es el nombre de Allah!
Sus bendiciones son imposibles de enumerar;
Él es todo Misericordia y Su deleite es perdonar!
Como Allâhu ta’âlâ es misericordioso con todos los pueblos de la tierra, crea cosas beneficiosas y nos las envía. En la Otra Vida, va a perdonar a los creyentes transgresores que iban a ir al Fuego y los llevará al Paraíso. Él es el único que crea a todo ser vivo, lo mantiene en la existencia en todo momento y los protege a todos del temor y del horror. Confiándome por completo al noble nombre de Allâhu ta’âlâ, empiezo a escribir este libro.
El hamd1 sea para Allâhu ta’âlâ. La paz y las bendiciones sean para el Rasûlullah, el Profeta Muhammad, sallallâhu ‘alaihi wa sallam. Bendiciones para su pura Ahl al-Bait y para todos sus justos y devotos Compañeros, radiy-Allâhu ta’âlâ ‘anhum aŷma’în’
Cuando oímos el dicho que afirma que “la vida es una lucha continua”, no debemos tomarlo como algo banal. Hemos estado avanzando con dificultad por una vida plagada de una gran variedad de esfuerzos; nos vemos confrontados por las fuerzas de la naturaleza, como el calor agobiante del verano y el invierno cubierto de nieve, con las argucias y calumnias de la gente perversa y sin religión alguna que nos atacan con todas sus armas psicológicas y la guerra física. La primera exigencia que se debe tener presente a la hora de confrontar al enemigo es conocerlo con todo detalle. De no ser así, una acción destinada a defendernos puede convertirse en un perjuicio que afectará a nuestros vecinos y amigos. Las cosas que se necesitan para tener una vida confortable se llaman ‘mal’ (bienes materiales) o ‘mulk’ (posesiones). Todo lo que va desde hilos y agujas a una casa o un apartamento son posesiones. Allâhu ta’âlâ ha dado permiso a ciertas personas y comunidades para que utilicen una serie de posesiones. Todas estas, junto con las esposas, hijos, vecinos y familiares, son dones que el hombre puede utilizar. Todo el mundo utiliza sus posesiones y propiedades en la medida que Allâhu ta’âlâ les permite hacerlo. Nunca está permitido saltarse esta medida o utilizar las posesiones de otra persona. Hay un dicho bien conocido que afirma: “No te enorgullezcas de tus posesiones y nunca declares ser inigualable. Puede que sople un viento contrario y, como el grano al aventarlo, se lleve todo lo que posees”. Las propiedades y bienes que se consiguen de forma harâm (prohibida) se llaman dunyâ (mundo). Dunyâ consiste de harâm y makrûh, y es perjudicial. Hay varios libros que especifican si algo es beneficioso o perjudicial. La distinción más correcta es la que define Allâhu ta’âlâ.
¡Sea dado el hamd1 a Allâhu ta’âlâ! ¡Saludos y bendiciones sean dadas a nuestro Profeta Muhammad, sallallâhu ‘alayhi wa sallam, el Profeta más encumbrado, a su Ahl al-Bait pura, y a todos los que tuvieron el honor de ser sus Compañeros (Ashâb)!
Desde los tiempos de Âdam, alaihis-salâm, el primer ser humano y el primer Profeta, Allâhu ta’âlâ ha enviado a la humanidad y a lo largo de miles de años, una nueva religión mediante un nuevo Profeta que vino con una Sharî’at determinada. Valiéndose de estos Profetas, Él ha mostrado a los seres humanos la forma de vivir en paz y con bienestar en este mundo y de conseguir la felicidad eterna en la Otra Vida. Los Profetas con los que fue revelada cada nueva religión reciben el nombre de Rasûl. Los Rasûl más elevados se llaman Ulul’azm. Son Âdam, Nûh (Noé), Ibrâhîm, Mûsâ (Moisés), Îsâ (Jesús), y Muhammad, ‘alaihimus-salâtu was-salâm.
En nuestros días existen en el mundo tres religiones basadas en Libros Celestiales: Mûsawî (Judaísmo), Cristianismo, y el Islam. La Torah fue revelada a Mûsâ, ‘alaihis salâm, y el Inŷil a Îsâ, ‘alaihis salâm. Los judíos dicen que siguen la religión que fue revelada a Mûsâ, ‘alaihis salâm, y los cristianos dicen que siguen la de Îsâ, ‘alaihis salâm
El Qur’ân al-karîm fue revelado al último Profeta, Muhammad, sallallâhu ‘alayhi wa sallam. El Qur’ân al-karîm ha invalidado las normas de los otros libros divinos; es decir, ha abrogado algunas y ha incorporado otras. En nuestros días todo el mundo debe obedecer al Qur’ân al-karîm. En el mundo de hoy en día no existe un solo país que tenga copias originales de la Torah o del Inŷil. Esos Libros Celestiales fueron corrompidos por la intervención del ser humano
Todos los Profetas, desde Âdam, ‘alaihis salâm, hasta el último Profeta, Muhammad, sallallâhu ‘alayhi wa sallam, enseñaron el mismo îmân (creencia), y especificaron los principios en los que debía creer su Umma (Comunidad). Los judíos creen en Mûsâ, ‘alayhi salâm, pero niegan a Îsâ y Muhammad, sallallâhu ‘alayhi wa sallam. Los cristianos creen en Îsâ, ‘alaihis salâm, pero tampoco creen en Muhammad, sallallâhu ‘alayhi wa sallam. Los musulmanes, por el contrario, creen en todos los Profetas y saben que tienen cualidades superiores que los diferencian del resto de la gente.
1 – HALÂL, HARÂM y DUDOSO
Este capítulo es la traducción de un extracto que procede del capítulo 4 de la segunda parte de ‘Kimyâ-i-sa’âdat’:
El Rasûlullah, sallallâhu ’alaihi wa sallam, declaró: “Para todo musul-mán es fard, (obligatorio) ganarse la vida con medios halâl”. Utilizar me-dios halâl exige saber qué es halâl. Lo halâl y lo harâm se conocen de sobra. Lo difícil es la zona dudosa que existe entre ambos. El que no es capaz de evitar lo dudoso caerá en lo harâm. En consecuencia, este tema debe tratar-se en profundidad a la hora de impartir el conocimiento. Ya hemos propor-cionado información detallada en nuestro libro titulado ‘Ihyâ-ul-’ulûm’. En este capítulo hablaremos con brevedad sobre algunas cuestiones destacadas que dispondremos en cuatro artículos. [En este capítulo se presentan tres de esos cuatro artículos].
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